lunes, 15 de septiembre de 2014

El Juguetero

El Chisme - Número 290


Por Chimentero

Dicen que el Juguetero es una de esas personas a las que uno desearía nunca haber conocido. Un día me acerqué hasta la derruida fábrica de muñecas, tan sólo para verlo. Subí hasta el tercer piso de un edificio cercano, y me senté con mis binoculares preparados. Pasé horas observando las montañas de muñecas de plástico. Cabezas. Miles y miles de cabezas de muñecas sin ojos.

Finalmente lo vi. Caminaba por entre las cabezas como quien pisa arena fina, pero con firmeza. Los pies cubiertos de vendas viejas, amarillentas. El cuerpo abrigado con un sobretodo negro. La cabeza cubierta por una extraña máscara de plástico. Ajusté los prismáticos, y pude verlo. Quince, tal vez veinte rostros de muñecas pegados uno junto al otro, rodeando y cubriendo su cabeza. A todas les faltaban los ojos.

Dicen que fue el fundador de la Corporación Zombie. El primer Maestro de Dominadores, y el primer Cónsul. Pero ahora vive sólo en la abandonada fábrica de juguetes. Sólo con sus zombies. Dieciocho. A todos les faltan los ojos, y los mantiene atados por el cuello a varas de hierro clavadas en el suelo, entre las montañas de muñecas.

Nadie sabe su edad. Algunos lo hacen originario de la Colonia 1, otros de la Colonia 2. Sea como fuere, todos coinciden en que estaba vivo cuando el Desgarro. Vivía en alguna de las Mega Torres del otro lado del río Duro. Todas las historias cuentan cómo los Muertos Vivos fueron copando colonia tras colonia, dando inicio el Segundo Colapso. Relatan cómo las Mega Torres de las Colonias 1 y 2, fueron las últimas en resistir. Narran cómo un hombre de negocios dio con el Dominio, la forma de controlar a los zombies.

En algunas de las historias presentan al Juguetero como único sobreviviente de las Mega Torres, otras como el líder de los últimos supervivientes de la antigua clase alta de la Ciudad. De los presuntuosos descendientes de los Primeros Pobladores.

Se dice que el Juguetero simplemente se cansó de ver morir uno tras otro a sus compañeros, para luego verlos volver a una mala imitación de la vida, ansiando hacerse con eso que los había abandonado para siempre. Se sentó en el descomunal Hall de entrada de una de las Mega Torres, y simplemente se quedó mirando fijo a los zombies que se acercaban hacia él. Lentos, y con movimientos eclécticos.

Los eventos traumáticos pueden volver loca a una persona, o simplemente matarla de miedo. Pero hay gente que canaliza la locura y el miedo, y la vuelve un arma. El Juguetero logró esa canalización a través de la mirada. Obtuvo lo que los Maestros de la Corporación llaman el Dominio. Esa capacidad para inmovilizar a los zombies con la mirada, con el contacto visual.

Dicen que el Juguetero empezó a reclutar supervivientes, y los enfrentaba a un grupo de zombies. Si salían airosos de la prueba, si conseguían el Dominio, se transformaban en Maestros Dominadores. Pronto estos comenzaron a ofrecer sus servicios a cambio de alimentos. Vaciaban zonas enteras de la ciudad de zombies, literalmente.

Cuando el Gobierno Central construyó el Muro en derredor de la Ciudad, no hubo opción. Había que lidiar con los zombies, o convertirse en uno. El Juguetero fundó la Corporación Zombie, y fue su primer Cónsul. Todos los Ciudadanos que eran Dominadores, se unieron a la Corporación, y se transformaron en sus Maestros.

A lo largo de varios años, el Juguetero ideó un plan para ir guiando a todos los zombies de la Ciudad hacia las Colonias 1 y 2, que se encontraban al otro lado del río Duro. Estaban totalmente aisladas, con el Muro por un lado, y el río por el otro. Apenas tres puentes cruzaban ese río, domado y rectificado artificialmente unos 60 años antes del Primer Colapso. Los ingenieros de aquellos tiempos, construyeron un canal de 20 metros de ancho, que sobresale dos metros del nivel de las calles, para evitar las inundaciones de barro anuales.

Es un río de aguas lentas y limosas, con abundante sedimento. Parece sólido a la vista, pero el que ose cruzarlo será atrapado por el barro para siempre. Cuando uno lo toca, es de un líquido viscoso, pero si mete la mano, al quererla sacar el río se convierte en cemento.

El Juguetero ideó el plan, y lo comunicó a todos los supervivientes. Todos se comprometieron a dar comida y objetos de intercambio a la Corporación si ellos libraban a la Ciudad de las hordas de Muertos Vivos. Durante casi seis meses se dedicaron a guiar a los zombies hacia las Colonias 1 y 2, que pasó a ser una región abandonada, y que comenzó a ser conocida como El Duat.

Logrado su objetivo, los Dominadores juntaron todo el combustible que pudieron encontrar, armaron bombas, e hicieron colapsar a los tres puentes. Como bien sabemos, eso no significó la solución contra la Plaga Muerta, ya que esta llegó para quedarse. Donde sea que alguien muera, vuelve a las pocas horas como zombie. Así que el trabajo de los Dominadores siempre es necesario.

El Juguetero organizó a la Corporación Zombie al más fiel estilo de las corporaciones medievales, según me enseñó el Historiador. Todos los Maestros son iguales dentro de la Corporación. Todos tienen derecho a voto. Año a año, se elige a uno de ellos para ser el Cónsul, el que los guía y representa ante los demás Ciudadanos. Pero sin poder real sobre los demás Maestros. El primer Cónsul fue el Juguetero, pero una vez volados los puentes se retiró a pasar sus días rodeado de zombies y cabezas de muñecas en la vieja fábrica de juguetes de la Colonia 9.

Hoy en día, quien quiera volverse un Maestro Dominador de la Corporación Zombie tiene que comenzar como Jube. Los que la gente suele llamar Pendes. Son jóvenes que se cansaron de sobrevivir como Saqueadores, y quieren darse la gran vida de los Maestros Dominadores, que casi no tienen que trabajar para sobrevivir.

El proceso de iniciación tan sólo es superado por uno de cada veinte. Los que fallan, engrosan las filas de los Muertos Vivos del Duat, ya que allí son llevados y abandonados los Iniciados. Si logran canalizar su miedo y su locura a través del Dominio, vuelven como Jubes. Estos no tienen voz, ni voto, dentro de la Corporación, y les toca el peor trabajo, que consiste en recorrer las Colonias en busca de zombies que se hayan levantado dentro de la Ciudad, o que se hayan hecho camino cruzando el Muro, a través de las numerosas brechas, luego de sortear las vallas de alambre de púa.

Se dice que en tiempos del Juguetero como cónsul, era él mismo el que aterraba y enloquecía a los Iniciados, y luego los liberaba en un patio repleto de zombies. Hoy en día nadie se atreve a ir a verlo. Una vez al mes le toca a algún Jube llevarle Latas. La mayoría vuelve listo para convertirse en Maestro, los que no logran superar el miedo que el Juguetero les infunde, directamente no vuelven, y el Juguetero los ata a un poste de hierro.



















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